Gonzalvo ¡gracias !


Comparto en esta red de Participación Rural Viva las sensaciones que comparto con los miembros de la Asociación de Amigos del Museo Gonzalvo a través de esta carta:

AMIGOS DEL MUSEO GONZALVO:
Me dirijo hoy a vosotros para cumplir con una obligación que, lejos de ser penosa más allá de las propias circunstancias del momento, es para mí un motivo de orgullo por cuanto fui educada en ese refrán tan español ,aunque hoy parece obsoleto, que dice Quien no es agradecido, no es bien nacido.
Por ello, me llena de infinito orgullo el hablaros de quien bien nacido un 27 de julio de 1929 en Rubielos de Mora, el 22 de noviembre ha resucitado a la vida eterna , en palabras de San Francisco, y mientras nosotros lo tengamos presente en nuestras vidas, seguirá formando parte de esta.
Por tanto, hablar de JOSÉ GONZALVO es hoy para mí una obligación como Presidenta de la Asociación de Amigos de su Museo pero, ante todo como persona, es una devoción. Más aún, una pasión.
La pasión por la belleza, vínculo que me une a Gonzalvo desde aquellos mis diez únicos y felices años de infancia pues ésta son recuerdos de una casa de Valencia, la de mis abuelos maternos, presidida por dos lienzos, ambos femeninas representaciones: la popular imagen de la Xeperudeta, y el otro, un precioso, blanco y juvenil retrato de Carmen Villanueva, firmado por un amigo y entonces-1955-novel pintor apellidado Gonzalvo.
Belleza plena de una infancia con imágenes vinculadas a otro retrato. Éste más sobrio y oscuro pero con idéntica protagonista-mi madre y bien digo porque ya entonces me llevaba en su vientre-e idéntico artista-Gonzalvo-que éste hubo de realizar casi de memoria, sin apenas posado de la modelo, obligado por la férrea voluntad de una madre, mi abuela, que no quiso desprenderse de aquel primero, regalo de boda de un amigo a una amiga.

Este segundo retrato-regalo, que desde la primavera de 2007 es parte de la colección del Museo Gonzalvo, presidió el salón de la casa familiar en San Clemente(Cuenca) durante los 11 años que la familia Risueño Villanueva la tuvo, convirtiéndose en otro referente de la belleza para esa niña que, tras la muerte de su madre, siguió teniéndolo como tal y convirtiendo en mito hacedor de ella a aquel ignoto Gonzalvo de quien tanto había oído hablar y a quien tanto había aprendido a querer por el mero hecho de que con estas dos obras las transportaba a momentos llenos de sensaciones placenteras, bellas, añoradas y siempre vinculadas al amor de una madre y a los recuerdos juveniles de ésta en torno a sus tiempos vacacionales en un pueblo llamado Rubielos de Mora de donde, por cierto, era aquel amigo Gonzalvo.
Pasó el tiempo y seguí buscando a quien ya para mí era un mito: Gonzalvo, y de nuevo la belleza me llevó a él pues fue la belleza de una obra escultórica aparecida en las páginas de un diario alicantino cuando yo trabajaba en Almoradí, allá por 1983, la que me hizo reparar en el autor : José Gonzalvo, creador del grupo escultórico de la fachada del hotel Reconquista de Alcoi .
Y escribí a Gonzalvo. Y Gonzalvo me contestó. Y, en cuanto pude-primavera de 1984- por fin conocí a Gonzalvo en su pueblo, Rubielos de Mora. O mejor dicho, reconocí a Gonzalvo en Rubielos de Mora.
¿O a Rubielos de Mora en Gonzalvo? ¡qué más da¡ tanto monta. Rubielos como Gonzalvo. La belleza de lo natural, o lo natural de la belleza.
Desde entonces, he aprendido más y mejor de la estética de la vida .No de la mera estética de lo tangible, de lo que se ve con los ojos, sí de las sensaciones, de lo aparentemente imperceptible para tantas gentes tristemente analfabetas experienciales.

Con el artista Gonzalvo, he aprendido a valorar la belleza del Arte, sí, de las formas y colores, de la imaginación y la fuerza. Pero, en idéntica medida, con el hombre Gonzalvo he aprendido a valorar y amar la belleza de valores intangibles como la lealtad y la pasión-las suyas a su pueblo, Rubielos de Mora, fueron inquebrantables-la bondad, la capacidad de perdonar, de sobreponerse a destructoras envidias, de impedir el que nadie que te hiera llegue a hacerte la herida, de no buscar más odio que el odio que te tengan.
Pero aún hay más. Porque, gracias a Gonzalvo, he tenido la oportunidad de emocionarme ante la belleza de conceptos como amor y ternura en su grado máximo y, en este caso, siendo Gonzalvo el receptor y, de nuevo la figura femenina, Cristina quien a manos llenas se la ha sabido dar.
Cristina, su mujer, y Ángela, quien como hija, aúna la belleza de ambos. Con armonía, con serenidad, con entrega, con esa actitud “slow” que no ha de ser coyuntural moda, sino estilo de Rubielos de Mora.
O Rubielos de Gonzalvo, que nadie jamás habrá querido a esta villa más que quien tanto la ha amado y es que-no me resisto a compartirlo-Gonzalvo veía la belleza con el corazón y de ahí que, cuando un insigne artista igualmente aragonés y de pueblo, visitara Rubielos de Mora y, entusiasmado por su estética, confesara a Gonzalvo su deseo de establecer aquí su residencia, sorprendido éste le preguntó el motivo de no hacerlo en su propio pueblo , lo que el artista visitante justificó en el escaso atractivo de éste. La respuesta de Gonzalvo no se hizo esperar: ¿Acaso si tu madre fuera fea no la querrías?
AMIGOS DEL MUSEO GONZALVO, es normal la tristeza del momento pero vayamos más allá y quedémonos con lo mejor, lo positivo de haber tenido la inmensa fortuna de conocer y compartir vida con quien, como su amiga Carmen Villanueva, quiso ver flor en cardo y mariposa en gusano.

Ha marchado un hombre. Nos queda un mito. Yo he conservado dos en mi vida y ambos han marchado en 2010 pero de ambos-Delibes y Gonzalvo, Gonzalvo y Delibes-me queda el enorme orgullo de haber compartido amistad, de haber aprendido , si no a ser genio como ellos, sí a ser persona.
No tengo más remedio que dar gracias. Y, por supuesto, de compartirlas con vosotros (en un futuro lo haremos juntos y en Rubielos de Mora)
Como Presidenta de los AMIGOS DEL MUSEO GONZALVO, como su amiga. ¡Gracias, Gonzalvo¡


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